En la edición del diario Olé de ayer (miércoles 10 de septiembre) se publicaron dos casos en los que se resalta la verdadera falta de "códigos": Sebastián Méndez, defensor de San Lorenzo, y Ricardo Caruso Lombardi y Rolando Schiavi, en un cruce mano a mano, realizaron declaraciones muy fuertes.
Méndez se refirió (10 días después) al planchazo que le dio a su colega Radamel Falcao, de River, que le valió la tarjeta roja a manos del árbitro Diego Abal: "No soy mala leche. Mala leche es romperle la rodilla a un rival. No sé que educación recibirán los jugadores de River, pero si yo quería romperle la rodilla, se la rompía"...¿Hacía falta decir esto último? La patada ya fue descalificadora de por sí (recibió solamente tres fechas de suspensión), y no sería necesario tratar de imponer respeto a través de los micrófonos.
El otro cruce fue el de Caruso y Schiavi. El ahora ex técnico de Newells Old Boys salió a responderle al zaguero, quien días atrás dijo que "de Caruso aprendí todo lo que no tengo que hacer cuando sea técnico". El ex entrenador de Tigre respondió con ironía: "De Schiavi aprendí todo lo que no tengo que hacer como persona. Schiavi no impone respeto entre sus compañeros, sino más bien miedo. Pero cuando López (Eduardo, presidente de Newells) le habla, agacha la cabeza".
¿Cuáles son los códigos del fútbol? Parece ser que no tirar un caño cuando vas ganando, parar una goleada en 6 tantos por "respeto al rival", besarse el escudo de tu equipo para que la hinchada no te putee...¿Y el respeto por el compañero? ¿No serían códigos más de hombres bancarse una goleada sin pegar una patada?
El fútbol argentino tiene justamente lo que se nos conoce en el mundo: somos muy argentinos. Vivos para declarar en los medios, mediocres a la hora de agachar la cabeza por una buena jugada de un rival. Es más fácil tratar de mala leche al que hace un lujo que al que pega una patada. Así estamos. ¿Hacia donde iremos?
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