Historia de nunca acabar. Cientos de miles de palabras, de promesas, de juramentos, de sorpresas, de arreglos, desarreglos...en fin, es uno de los papelones más grandes de los últimos años en cuanto a transacciones. En el medio, dos jugadores: Cristian Fabbiani y Santiago Salcedo.
Fabbiani, por su parte, tiene el deseo de vestir la camiseta del club del cual es hincha. Su representante está haciendo todo lo posible, con numerosas salidas legales, para cumplir el sueño del Ogro.
Por el otro lado, Santiago Salcedo. Un jugador que no rindió en River como él esperaba, pero que así y todo no deja de ser un ser humano. ¿Es razonable que al jugador de fútbol se lo trate como un objeto? Imagino la charla Aguilar y Lorente (presidentes de ambas instituciones):
AGUILAR: Te doy a Salcedo, vos me das a Fabbiani.
LORENTE: Quiero a Falcao, y ahí te llevás al Ogro.
AGUILAR: No, pero te doy a Salcedo, que con ustedes anduvo muy bien.
LORENTE: Bueno, está bien. Pero aparte quiero xxxx miles de dólares.
Ahí se cayó la negociación. ¿Pero nadie le preguntó a Salcedo si tiene ganas de irse a Rosario nuevamente? Nadie. Seguro.
Mientras negocian, incluyendo jugadores como se incluyen juguetitos en la Cajita Feliz de Mc Donalds.
Mientras, Fabbiani sigue entrenando solo. Sin saber qué le deparará el destino.
Salcedo manifestó hace un rato que quiere quedarse en River "a pelearla y tener un buen campeonato". Eso complica la situación de Fabbiani.
Pero...entre tantas idas y vueltas, no sería nada raro que mañana el Ogro aparezca en el Real Madrid.
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