El Padre Pepe, cuyo nombre es José Di Paola, dio, en la Jornada Regional de Jóvenes, un crudo y real veredicto sobre la realidad argentina: "Que un pibe de la villa llegue a la Universidad no tiene que ser una excepción, tiene que ser algo común".
En diálogo con Batacazo, quien hoy vive en la Villa La Cárcova, en José León Suárez, sostuvo que "a veces estamos dormidos a la hora de ayudar. El problema no es el tiempo, sino la falta de manos. Cuando nos demos cuenta el potencial que tenemos y que todo depende de nosotros, las cosas tienen que mejorar. Tenemos muchas La Cárcova en todo Buenos Aires, y falta gente con ganas de ayudar. A partir de la Iglesia, los jóvenes pueden transformar la realidad mucho más".
“El cura José María Di Paola dialoga con el cielo pero no saca los pies del barro. No huele a perfume francés como algunos jerarcas de la iglesia. Es un pastor con olor a ovejas”, escribió el periodista Alfredo Leuco. Y hay mucho de cierto en eso de que este sacerdote que ofrenda su vida a los más marginados –con especial dedicación para aquellos afectados por la adicción a las drogas, y al paco-, responde a una vocación genuina y solidaria.: “Yo elijo trabajar por ellos, desde la dignidad”, define el Padre ‘Pepe’. Y con todo lo que hace, casi no hace falta que lo confirme; está a la vista su compromiso con los carenciados.
Es muy joven, el padre, pero tiene años de experiencia en esto de caminar junto a quienes más lo necesitan. Estuvo 13 años a cargo de la villa 21 –es uno de los denominados por la prensa “curas villeros”, por las zonas en que concretan su trabajo- y demostró que era capaz de entregarse a una misión, la que él considera su responsabilidad de vida: promover la trama de la solidaridad y la evangelización, de la contención y el afecto, del diálogo y el acompañamiento, entre los jóvenes que han quedado por fuera del sistema.
El compromiso que asumió, no fue gratuito. A fines del 2010, cuando él y otros sacerdotes difundieron un documento para denunciar que los narcotraficantes estaban inundando las villas con el “paco” (sustancia mortal hecha con los desechos del proceso para fabricar cocaína), los narcos lo amenazaron de muerte. Le hicieron saber que había una bala lista para él, y lo obligaron a partir en busca de mayor seguridad; así fue que el Padre ‘Pepe’ recaló en el Norte del país, con la bendición del hoy Papa Francisco I –entonces cardenal Bergoglio- que lo bendijo en sus funciones. El nuevo Papa no sólo es su referente máximo sino su "amigo" y su "padre espiritual". Bergoglio presidió la ceremonia de despedida en honor a Di Paola, cuando éste debió partir rumbo al norte.
El exilio forzado, como cura de provincias en Campo Gallo, Santiago del Estero, duró poco más de dos años. Tras su vuelta –en diciembre del 2012- retomaría sus funciones en la Capilla de Nuestra Señora del Milagro, en Villa La Cárcova, Municipio de San Martín. Desde allí asiste junto a sus colaboradores a los 18 mil habitantes, 57 villas, 91 asentamientos-, en una zona ubicada a orillas del Río Reconquista. Dirige un centro de rehabilitación barrial, el Hogar de Cristo, y pelea por la inclusión de los adictos recuperados.
(FUENTE: REVISTA CABAL)
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