No gana carreras. No tiene el mejor auto de la categoría. Ni siquiera está acostumbrado a pelear los primeros lugares. Sin embargo, le pelea mano a mano a cualquiera el trono de máximo ídolo del automovilismo actual. Batacazo siguió a Di Palma durante toda una carrera de Top Race V6, en el autódromo Juan y Oscar Gálvez. Dicha competencia está catalogada como la “Categoría espectáculo”, ya que se ofrecen diversos shows entre serie y serie, como autos antiguos que desfilan por la pista, otros coches último modelo haciendo trompos, una avioneta que realiza piruetas totalmente jugadas…y Marcos Di Palma. La mayor atracción de la categoría es, sin dudas, Di Palma. La gente que obtiene el pasaporte para recorrer los boxes camina tranquila y recorre los distintos autos, que se encuentran estacionados, con los capots levantados y recibiendo los últimos detalles antes de salir a pista. Está el box de Omar “Gurí” Martínez, múltiple campeón con Ford en Turismo Carretera, o de Agustín Canapino, rey actual del Top Race. También está Esteban Tuero, ex Fórmula 1. Sin embargo, en esos boxes hay dos o tres personas, generalmente mecánicos o allegados al piloto. Hay un box, sólo uno, donde unas 200 personas (la totalidad que compraron un ticket para pasear por boxes) que se detienen donde está el auto de Marcos Di Palma. No les interesa que aún les queden alrededor de 20 boxes por recorrer. Allí se detienen. Esperan, inmovilizados. Mientras, en la pista central, a escasos 10 metros, se corre una carrera de Top Race Series, la categoría anterior. A ellos no les importa.
Solamente esperan el momento. Y ese momento llega. Aparece él. Y los celulares y cámaras digitales salen a la luz, y Di Palma saluda, y la popular estalla en un aplauso. Se saca unas 30 fotos con diferentes fanáticos antes de ultimar detalles para largar a clasificarse para la carrera final. Su box tiene exactamente el triple de publicidades que cualquier otro piloto. Pero no tiene el mejor auto. En la clasificación consigue un meritorio séptimo puesto, y todos los pilotos se preparan para la gran final. Pero él no. Di Palma se sube al auto muletto (el de repuesto) y sale a pista nuevamente, esta vez para cumplir con alguno de sus patrocinantes. El objetivo es dar un giro al circuito acompañado de una persona común, ganadora de un concurso previo. La tribuna aplaude sin parar. Luego de diez vueltas, la última encuentra la mejor despedida: los clásicos trompos. Una, dos, tres vueltas, que llenan de humo y olor a caucho quemado todo el circuito, y la gente que delira en la popular y se vuelve loca cuando Di Palma baja del auto y saluda. “Olé, olé, olé, olé, Marcos, Marcos…”, son segundos donde el ídolo saluda a esos 5 mil fanáticos que lo adoran. Camino a su box, se saca unas 50 fotos y birnda tres entrevistas. Y llega el momento de la carrera final, con la esperanza de Di Palma de pelear los primeros lugares. Pero recordemos, no tiene el mejor auto. Y a la primera curva sufre una falla y para en boxes, por lo cual queda último. Vuelve a pista e intenta pelear por unas pocas vueltas más, hasta que abandona. La decepción de la gente es grande, se siente en los murmullos. Di Palma llega, se baja del auto y el movimiento de su mano para saludar es exactamente al mismo tiempo que la popular aplaude con las manos enrojecidas. La carrera había terminado. Su idilio no.
1 comentario:
Creo que di Palma ha sido un gran ídolo del automovilismo por su personalidad más que nada y su carisma. Ojala que algún día lo pueda conocer. En este momento estoy tratando de obtener un credito auto para poder comprar mi primer vehículo
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